Álex de la Iglesia que, como buen director de cine, sabe que una imagen vale más que mil palabras, tenía claro que más importante incluso que su discurso anoche en el Teatro Real era la fotografía de rigor que debía hacerse en la alfombra roja junto a la comitiva gubernamental, efigie que reproducirían hoy todos los rotativos del país. Lo tenía todo calculado. Había escrito su speech de despedida hace días y se lo había leído a sus más allegados por teléfono. Como si se tratase de un guión para una de sus producciones cinematográficas, probablemente la más vista hasta el momento, De la Iglesia había dibujado al milímetro los planos de su performance de anoche en la gala de los Premios Goya.
14-02-2011 -Vanitatis - El Confidencial- Lo primero que había subrayado en ese libreto es que, en el momento de posar para la foto de marras, él no debía sonreír. Estaba todo calculado y el resultado fue demoledor. El presidente de la Academia en el centro de la imagen, flaqueado a su izquierda por Miguel Sebastián (ministro de Industria, Turismo y Comercio) y Elena Salgado (vicepresidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda) y a su derecha por Leire Pajín (ministra de Sanidad) y Ángeles Gónzalez-Sinde (ministra de Cultura). Todos posaron con fingido talante y luciendo la mejor de sus sonrisas. Todos menos él, De la Iglesia, que aparece en esa foto hierático e inexpresivo, mientras la ministra intenta dar una imagen de total cordialidad agarrándolo incluso del brazo con gesto cómplice.
Ambos se sentaron en butacas contiguas durante la ceremonia y, los que lo vivieron desde dentro, cuentan que se trataron con "absoluta frialdad" durante toda la velada y que ella acabó la noche con un "cabreo monumental". No en vano, la gala comenzó fuerte para Sinde. Buenafuente, conductor del evento y sicario a sueldo del presidente de la Academia, dedicó las dos primeras perlas a la ministra al poco de haber tomado asiento. Descendió el cómico de los cielos del teatro y lo primero que acertó a decir fue: “Esta sí es una descarga legal”. Siguió el cómico catalán apretando la herida por donde sabía que Sinde sangraba: “Espero que a la ministra esta gala le e-mule”, dijo, haciendo un juego de palabras con uno de los programas de descargas más famoso de la Red.
Había serías dudas de si la realización de la televisión pública iba a volcarse en el duelo político de la gala, pero los primeros contraplanos de Sinde a las palabras de Buenafuente, con gesto de clara incomodidad, despejaron esas dudas. Durante la emisión de la segunda edición del Telediario, sin embargo, TVE decidió no conceder ni un solo golpe de cámara a los manifestantes del colectivo de internautas Anonymous que, agolpados en la Plaza de Oriente, lanzaban huevos a los artistas y gritaban consignas en contra del gremio de cineastas y de la ‘Ley Sinde’. Solo cuando posó para los fotógrafos el equipo de la película Balada triste de trompeta, liderado por De la Iglesia, los manifestantes tornaron en vítores sus ofensas. Por el contrario, gritaron hasta dejarse la voz cuando la ministra concedió una entrevista a TVE desde las puertas del teatro, pero la cadena consiguió rebajar el sonido ambiente con objeto de que los abucheos no se apreciaran en su directo. Entonces la página web de la televisión pública se llenó de comentarios que les acusaban de “manipulación” y “censura”.
Tensión en el patio de butacas
Si la ministra no lo pasó demasiado bien en la alfombra roja, peor lo pasaría en el momento en que el presidente de la Academia de Cine subió al estrado para leer su discurso. Álex de la Iglesia comenzó su alocución sin hacer algo que suele ser habitual: saludar a las autoridades presentes en el auditorio. Y lo hizo además con cara de pocos amigos y con una dureza extrema para con las ideas de su opuesta: "Las reglas del juego han cambiado, Internet es la salvación de nuestro cine", decía el presidente. "No le tenemos miedo a Internet, es el presente, una manera de compartir información y cultura", proseguía. Los gestos de Sinde a las palabras de De la Iglesia eran más que reveladores.
Mientras esto ocurría en el teatro, Twitter se colapsaba. Los Premios Goya eran el trending topic, lo más comentado del momento, y casi todo eran buenas palabras para De la Iglesia. Hasta el punto de que algunos llegaron a proponerle como próximo presidente del Gobierno. El hervidero en el que se había convertido la Red llegó hasta el patio de butacas, donde muchos estaban más atentos a los avatares del enfrentamiento Sinde/De la Iglesia que al desarrollo de la propia gala. Álex abandonó el Teatro Real nada más terminar la ceremonia, con rumbo a la fiesta que se celebró en el Hotel ME de la capital, pero quiso antes dedicar unas palabras a sus fervientes admiradores en Twitter. “Ya está”, comentó, como si se hubiera tratado de un parto. “Mañana a rodar. Qué delicia”, concluyó.
Sinde, que no tenía que rodar hoy, también salió disparada en cuanto Buenafuente puso fin a la ceremonia. Esquivó a los medios y apenas comentó lo acontecido con nadie, pero los que vivieron de cerca su viacrucis confiesan que se fue a dormir con un soberano cabreo. Por algo le había encargado semanas antes a su escudero Carlos Cuadros (director del ICAA) que lograse la destitución de De la Iglesia al frente de la Academia antes de los premios. Sospechaba que no iba a ser la de ayer una noche fácil para ella. Y desde luego no lo fue.
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